
Un saludo afectuoso a todos los lectores que se han tomado el tiempo para visitar este espacio en el cual a continuación, mencionó mi aventura de ser docente:
Mi profesión de origen es: Ingeniero Agrónomo en Desarrollo Rural. Egresado de San Diego Xocoyucan, Tlaxcala, del Instituto Tecnológico Agropecuario No. 29. Me inicié en 1983 en el programa de educación no formal de la DGETA del estado de Puebla en las Brigadas de Educación para el Desarrollo Agropecuario (BEDA’s) donde formé grupos de producción impartiendo cursos de capacitación de aves de engorda, explotación de abejas, industrialización de productos de la región con productores de la mixteca baja poblana. Ya en 1985 pasé automáticamente al C.B.T.A No. 184 como docente, impartiendo la materia de apicultura, maquinaria agrícola y metodología para el desarrollo agropecuario. Así que me inicié como docente porque había necesidad de impartir estas materias que son de mi perfil y mi primer experiencia fue con el 3º A y B de Técnicos Agropecuarios aplicando la educación formal escolarizada. En este año el modelo educativo que se aplicaba era el conductismo donde el docente solamente era el dador de información.
Posteriormente por necesidades de servicio y porque no había maestro de matemáticas, empecé a impartir álgebra, geometría y trigonometría, geometría analítica y cálculo, motivándome a especializarme en las ciencias exactas en la Universidad Autónoma de Guerrero. Entonces, cursé la nivelación pedagógica y tomé la especialidad de matemáticas; actualmente he tomado diplomados de matemáticas en la Cd. de México y asisto a la (UTM) Universidad Tecnológica de la Mixteca para ese fin.
Hablando acerca de mi labor como profesor, mi temor era que los estudiantes no me aceptaran, como dice José M. Esteve, estaba con “altas dosis de ansiedad”, de hecho nos describe muy bien al decir que “‘éramos tan hombres y tan maestros, y tan poco profesores […] aparentando un serio academicismo, para aparentar que todo estaba bajo control, para aparentar una sabiduría que estaba lejos de poseer”’, pero poco a poco me gané su confianza y actualmente sigo trabajando con las ciencias exactas, y pues aquí estamos para seguir mejorándonos y dar lo mejor de nosotros a nuestros estudiantes.
Pienso que ser profesor es una gran oportunidad que me ha dado la vida, ya que desde niño cuando iba a la primaria siempre soñé con ser profesor, de hecho, admiré mucho a mis maestros y yo decía: “quiero ser como ellos”. Hoy que ese sueño se cumplió me siento muy contento trabajar como profesor, ya que el formar estudiantes no es una tarea fácil. Con todo, me siento satisfecho por los logros que he tenido con mis estudiantes porque sé que ellos son los mejores evaluadores de nosotros como instructores; precisamente esto se refleja al momento de que reparten los grupos a cada docente, porque cuando te has esforzado por dar lo mejor de ti, los estudiantes lo perciben bien y es cuando ellos dicen: “No quiero que me dé clases tal maestro, mejor que nos dé clases aquel profesor, me gusta cómo da sus clases”. Todos esos detalles en lo personal me motivan a mejorar mi calidad de enseñanza.
Por otro lado, con mis estudiantes dejamos claro nuestros logros tanto en el avance programático como en la formación profesional y les comento que mi rol como profesor de acuerdo a la nueva reforma curricular es de coordinador, asesor, facilitador, etc. y les digo que ellos como estudiantes deben salir competentes (desarrollando todas sus capacidades) para que se empleen, o bien, sigan estudiando en otras escuelas poniendo en alto sus escuelas donde ellos egresaron.
El trabajar como docente en la Educación Media Superior es un gran privilegio y a la vez una gran responsabilidad, ya que nuestros estudiantes están en la etapa más difícil de manejar porque es la época de la rebeldía, la del noviazgo, etc.; de todo ello he pasado por momentos difíciles con los alumnos y he aprendido a contar hasta diez, les comento por qué razón:
Tuve un estudiante que se llama Juan Armando Mateos Mendoza, un estudiante muy hiperactivo por cierto. Cuando íbamos a viajes de estudios se escapaba del grupo y se iba a las discotecas en las noches. Hablé con él muchas veces, pero siempre pasaba por alto los consejos a pesar de que íbamos dos maestros para poder controlar al grupo, sin embargo, siempre se nos rebelaba, totalmente contra nosotros porque no lo dejábamos que hiciera lo que él quisiera. Al regresar a la escuela se portó aun más mal con su servidor, no le gustaba que yo le diera consejos, debido a eso mató a un borrego, pateó la puerta del salón, quebró los vidrios de las ventanas del salón, y bueno, le avisé al director y mandamos traer a sus papás. Resulta que había problemas en su casa, sus padres estaban en proceso de divorcio y ambos lo tenían muy consentido; por su parte el joven sabía que su madre estaba tratando ya a otro hombre y eso hacía que se comportara de esa manera, para entonces ya tenía el hábito de tomar y fumar. Inesperadamente se salió de la escuela y se fue de su casa durante dos años sin avisar a nadie, sus padres ya lo hacían por muerto pues ni sus amigos le dieron razón de su paradero. Después de dos años, regresó y contó que se había ido a los Estados Unidos. Se inscribió de nueva cuenta al C.B.T.A. No. 184 y nos volvimos a encontrar en el salón, así que le volví a dar consejos, pero en esta ocasión si me los aceptó, dijo que ahora sí ya le iba a echar ganas, y bueno, le dije: “Bienvenido Juan Armando, esta es tu pobre casa o escuela, como lo quieras ver; tendremos que convivir ocho horas en la escuela de nueva cuenta, no me cansaré de darte consejos y ayudarte para que seas alguien ejemplar en la vida.” Después de haber terminado su preparatoria, no llegué a saber de él hasta que me invitó cuando se recibió de Licenciado en Derecho en la Ciudad de Puebla. Me dijo que se quería disculpar conmigo por lo mal que se había portado y que estaba profundamente agradecido por los consejos; esta fue una grata sorpresa y una satisfacción el haber contribuido con tan solo un granito de arena.
De nueva cuenta comento como conclusión las palabras de José Esteve, siento la “alegría de sentirme útil a los demás, la alegría de una alta valoración de mi trabajo, la alegría por haber escapado de la rutina convirtiendo cada clase en una aventura y en un reto intelectual.”
¿Qué motivos de satisfacción tengo?
Satisfacciones tengo muchas. Una de la más importante es haberme trasformado y haber aplicado los conocimientos adquiridos en lo que se refiere a la labor del docente, por esta razón mis estudiantes se trajeron el primer lugar en álgebra a nivel estatal y el segundo lugar a nivel nacional; primer lugar en geometría y trigonometría a nivel estatal y el tercer lugar a nivel nacional; tercer lugar de geometría analítica a nivel estatal. Ello me hace ver que vamos por buen camino aunque aún falta camino que recorrer.
¿Qué motivos de insatisfacción reconozco?
Una de mis insatisfacciones son referentes a cuando me inicié como profesor. Para entonces el trabajo docente y la solución a cualquier anomalía era sacar del aula a mis estudiantes que se portaban mal, no me comunicaba con ellos, les tenia temor, me ponía nervioso cuando me hacían preguntas, y a veces, no poderles contestar correctamente me hacía sentir que me hacía falta algo. Entonces fue que me decidí a seguir estudiando pedagogía, en donde aprendí técnicas y dinámicas grupales, y empecé a jugar con ellos (y por supuesto aprendiendo). Después me los hice mis amigos propiciando más confianza, más comunicación y poco a poco fui corrigiendo mis competencias como profesor.
Es lo que puedo comentar respecto a mi aventura vivida de ser docente, sin más me despido, reiterando nuevamente mis saludos a quienes llevan de gusto leer "mi aventura".